Alguien envió a mi correo un escrito de un hombre que reflexiona sobre el MACHISMO.
Me pareció muy interesante y hoy lo comparto con ustedes...
Sí, tal vez somos muy MACHOS el 96 % de los hombres en la cultura hispanoamericana y en similar porcentaje quienes aún desconocemos nuestros derechos y obligaciones como seres humanos universales.
Quizá ese 96 % de los hombres MACHOS conformamos un mundo de sexo y deportes como nos juzgan, pero si miramos hacia atrás, eso nos enseñó la televisión que nos prendía en casa nuestros padres. Mamá, y papá, quienes en contadas excepciones, venía por las noches a leernos un poema de Benedetti.
Hoy somos una mirada que se extravía con facilidad en el caminar de una falda y tacones y sí, somos distraídos como podemos ser concertados en un beso.
Fuimos educados por mamá, por la nana, la mucama y la maestra mientras los hombres de la casa iban a trabajar, estudiar o venían a reparar una gotera sin enseñarnos jamás sus sentimientos. Sí, fuimos servidos por una camarera, una recepcionista, una azafata y curados por una enfermera. Sí, siempre, o casi siempre, fue una mujer la que nos atendió, nos alivió y nos salvó de lo sencillo de planchar una camisa o lo complejo de entender nuestros arrebatos viscerales de niñez.
Sí, somos hombres y sí, nos hemos equivocado como se equivocaron las madres que nos educaron con excesiva atención y amor a raudales, tanto como las hermanas lo solaparon y las abuelas obligaron a esas madres y hermanas a ser como ellas fueron: complacientes con el género masculino hasta el Edipo radical.
Hoy pretendemos ser más conscientes, intentamos ser más parejos y resulta que por quererlo, somos juzgados como patanes, no entendemos que debido a nuestro pasado nos topamos con la fuente y enseñanza de nuestra prejuiciosa formación masculina.
Es fácil hablar de teorías, exaltar los valores y crear un ensayo o poema a la mujer, pero lo difícil es enfrentarse a los demonios de ser un hombre educado entre la cultura del machismo y la apertura del Siglo XX no es sencillo.
A diario nos sometemos a severos y silenciosos juicios creyendo que lo antes aprobado hoy es impropio e injusto: Salir a beber la copa con los amigos, asistir al llamado del deseo ocasional o pedir ayuda para remendar un botón, hoy nos hace pensar que somos malos, muy malos como pareja, tan injustos como injusto es ser señalados sin la comprensión de entender que a nosotros nadie nos enseñó a expresar nuestros sentimientos sino a decirnos siempre: no llores, no seas mariquita ¡sea hombre!
Nuestra sexualidad fue formada en el silencio de los padres y exaltada en el invento del video casero y el porno donde mujeres eran sometidas por hombres y el placer se entendía con gritos y gemidos que no se oyen en la cama del descubrimiento o la rutina.
La lucha por la equidad, por los derechos de la mujer ha dejado a un numeroso grupo de hombres de la generación X como consecuencia colateral de un derecho justo y bien ganado pero mal explicado a los que nacimos entre los sesentas y los ochentas: no es posible aprender por ósmosis que lo enseñado por nuestros padres debe ser modificado por decreto o aún, por derecho.
Todo esto ha causado un lucha de poder que arroja a la fecha cientos de parejas llevadas al divorcio por no saber entenderse y con ello entender a su pareja, porque en el fondo ser mujer u hombre es lo de menos, lo que se debe ser y en lo que se debe educar es en la justicia, pero la justicia es tan subjetiva en sus interpretaciones que si el hombre trabaja diez horas al día cree cierto merecer las atenciones tanto como la mujer lo hace y desea lo mismo.
Mujer: respeto tus derechos y deseos pero, ¿has pensado en el mundo en que te amo? Ese donde el sexo antes aceptado por ti bueno o malo no era juzgado y hoy llena páginas y más páginas de revistas de caballeros donde lanzan consejos para ser un maestro en el Kamasutra.
¿Has notado que el mundo material se ha vuelto condicionante de mi éxito o mi fracaso y que alrededor de mi existencia hay cada vez menos intelectualidad? Yo lo noto en mis temores, lo noto cuando te miro hermosa, cuando te miro segura y te miro inteligente sintiéndome pequeño porque mamá no me exhibía sus virtudes sino sus afectos.
No es que me moleste que seas fuerte, intensa o decidida, lo que me enerva es que creas que te estorbo para ser eso, que pretendo detenerte con un grito cuando lo que anhelo es frenarte con un beso, con una noche en que te retires el traje ejecutivo y seas tan tierna como pueden ser las aparentes frágiles mariposas capaces de cruzar cinco mil kilómetros para huir del invierno; lo que deseo es ser el hombre al que tu aspiras.
Hoy en el siglo XXI, yendo contigo codo a codo pero seguro de saber que si te domino con un beso, te sabrás entregar a él como yo lo hago a mis deseos por ti.
Yo no te pretendo siempre alegre, pero tampoco siempre a la defensiva. Yo no te anhelo sumisa, pero no te deseo sometiendo mis impulsos.
Yo no te quiero complaciente, pero tampoco exigente porque eso no es justo, yo, hombre, también estoy aprendiendo el nuevo modelo.
Y no es que te pida que me disculpes mis errores, que sigas creyendo que decir: Perdón, me cuesta trabajo poder hablar contigo sin el reproche de por medio, sin el rencor enarbolado y que me entiendas, que pienses.
Tu MUJER, has podido romper con un paradigma por deseo e historia y yo, HOMBRE, estoy también aprendiendo a hacerlo, con mis errores, pero con las ganas de dejar de serlo, de llorar en tu hombro sin que pienses que soy débil, sino que como tú necesitas comprensión yo la quiero igual, porque el mundo me señala, como golfo, como borracho y como disperso cuando en la realidad todo el día pienso cómo hacerte feliz sin tener que ser otro que no soy.
Recuerda siempre que así me educaron y lo que he logrado modificar, ha sido por deseo y no por obligación ni decreto.
Sí, somos hombres de fe, del dogmas del fanatismo, el mismo que tú tienes y aceptas y que nos ha hecho pensar que Cristo, Buda, Dios y el Espíritu Santo son ellos, omnipotentes y salvadores. Sí, fuimos educados en la gloría de Cristóbal Colón, en el mandato de Cesar, la gran mujer tras Napoleón y la sapiencia de Aristóteles.
Sí, fuimos ustedes y nosotros solapadores del olvido de Einstein que se descubrió hace unos años respecto que su mujer, física igual, fue quien le dio los básicos de su afamado estudio de la relatividad y jamás ni ustedes ni nosotros hemos llenado de vanagloria a la mujer de Gabriel García Márquez que los sentó a escribir Cien Años de Soledad.
Soy un convencido de que la libertad, la igualdad y la justicia se consiguen con amor, como lo hizo Sor Juana Inés de la Cruz, sin pretender en su yugo ser entendida, sino laboriosa, como fue, entregada a su batalla diaria con ella, con los demonios de la injusticia y la hipocresía, esos demonios que andan sueltos desde que nuestra especie existe y sólo pueden ser exorcizados por personas entregadas sean del género y la época que sean.
Si aprender fuera sencillo, no pasaríamos por la experiencia del dolor para subir al siguiente nivel. Ni modo, nos tocó vivir esta época de confundidos solitarios aferrados a su creencia pero estoy seguro que mañana, cuando nazcan los nuevos hombres educados por las nuevas mujeres y los hombres conscientes, el futuro será mejor.
También quiero aclarar que yo no quiero un día del hombre como no entiendo porqué hay un día de la mujer donde se exalta lo que debería ser el diario de una especie, ese día que anhelo donde sin diferencias, cada cual, HOMBRE y MUJER trabaje con amor y entrega en el espacio que busca, y nada más.
Lo que he aprendido lo he aprendido por mi deseo de entender y cambiar la realidad de miles de mujeres, niños y hombres que mueren por violencia, por sus creencias, por sus equivocadas tradiciones y por usos y costumbres irracionales.
Entonces, ¡Viva la diversidad, la complicidad y la libertad! Que para todos los demás que no crean está el paradigma; para aquellos que sin entender lo cierto de lo plural están los días que les reafirman lo que no saben ser: Humanos de una misma aldea global.
Sin pretensiones de aplauso, El Tipo de Abril
Post de ANA SCHWARZ
ana.schwarz.g@gmail.com
@anaschwwarz
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