"De todos los privilegios de una mujer, el más grande es ser madre...."
Cada año llegan con el mes de mayo
los festejos para las madres en los diferentes países del mundo.
Un común denominador en las
diferentes culturas es mitificar la figura de la mujer como “…La madre, esa que
se olvida de sí misma y vive para sus hijos y su familia, incondicionalmente….”
Suena lindo! Sin duda alguna este
concepto encierra lo más bello de la
especie humana, un sentimiento que nos
llega al fondo del corazón y que se contrapone con una idea diferente sobre la
mujer.
Pero la realidad muestra que en
muchos casos esto es solo un mito, porque olvida o deja de lado, la esencia femenina como persona, como ser humano que integra en
la feminidad muchas otras características.
Una realidad (que comienza a cambiar) es que antes
y ahora, en la gran mayoría de las culturas, “SER MADRE ES SER MUJER…”
Este discurso ideológico que ha
sido la constante durante siglos, ha logrado posesionarse del inconsciente
colectivo tanto en hombres como en mujeres irremediablemente, definiendo las
prácticas cotidianas que la maternidad implica.
Según estas teorías, las mujeres
logran su plenitud y realización personal y social, “solamente” a través de la
maternidad, sembrando en las mujeres jóvenes un paradigma que muchas veces no
describe su propia y personal realidad.
La maternidad es algo muy hermoso
y quienes la hemos experimentado en un contexto positivo, habiendo elegido,
deseado con plena consciencia, sabemos que transforma nuestro ser, pero que desgraciadamente
no es siempre igual para todas las mujeres.
Existe también una realidad
biológica que obedeciendo a leyes naturales, en donde niños y madres estrechan su relación desde el momento
del parto; una unión especial que permitirá al bebé ser más fuerte emocional y físicamente. Esta
relación debe darse, pero a veces, no se da.
La relación cara-cara de
madre-hijo/a ayuda a liberar oxitocina, que es la hormona que favorece el
desarrollo de un mayor vínculo entre ambos.
En la mujer también se ha
encontrado una relación entre los niveles de cortisol durante la gestación con
los sentimientos de afiliación y apego a su bebé. Esto es una realidad que a
veces algunas madres, por circunstancias difíciles, no asimilan; y la lactancia
igualmente representa un proceso que beneficia íntimamente la unión
madre-hijo/a.
Hay estudios que reportan que los
niños que no son amamantados por leche materna tienen deficiencias en procesos
de aprendizaje, aunque señaló que es importante estudiar más a fondo
el caso. Por el contrario cuando la prolactina, hormona que estimula la
producción de leche en las glándulas mamarias, es ingerida por el bebé a través de la leche
materna temprana, es importante en el desarrollo del sistema inmunológico. Esto
es parte del proceso biológico que no tiene que ver con las creencias o la
cultura de la madre. .
Pero muchos mitos se han
construido en torno a las creencias sobre el “Ser madre”, creencias que cada cultura
valora y construye roles los controles imponiendo a las mujeres prejuicios a lo largo de la historia evolutiva.
Una verdad indiscutible es que se
ha buscado socializar a la mujer para que alcance solamente a través de la
maternidad la plenitud de su feminidad, sin considerar en absoluto, que muchas
mujeres pueden ser igualmente plenas sin
ser nunca madres; sin considerar tampoco que muchas veces inhiben los
verdaderos deseos, los intereses e inquietudes de muchísimas otras mujeres que
no se atreven a reconocer que NO desean tener hijos….En pocas palabras, nadie
puede negar que a las mujeres se nos educa para la maternidad imponiendo roles
estereotipados que no siempre corresponde a las verdaderas características de
un gran número de mujeres.
Este rol no es necesariamente
equivocado ya que la anatomía femenina está diseñada para la maternidad al
igual que otras especies, además que lo más frecuente es que las mujeres lo
asuman responsablemente, aún y sus circunstancias. Pero de eso a que exista un
mandato obligado y no una elección personal hacia la maternidad, hay una gran
diferencia.
Esta visión tradicional de la
maternidad ha impedido en miles de casos a muchas mujeres a tomar su propia decisiones
en cuanto a elegir o no el ser madre; lo que genera, en un sin número de casos,
problemas familiares que algunas veces trascienden al ámbito social.
Tampoco podemos negar que en muy
diversas culturas, la maternidad es considerada casi como un “Culto Religioso”
pues se le ha glorificado a un nivel místico, volviéndose un tema saturado de
tabúes, y que nos obliga hoy a
reflexionar al tener que diferenciar
entre dos conceptos básicos: REPRODUCCIÓN Y MATERNIDAD.
La reproducción corresponde a un
proceso biológico regido por sus propias leyes, mientras que la maternidad es
un hecho cultural que varía entre las diversas culturas.
La maternidad está condicionada por fuerzas sociales
histórico-culturales que consolidan ideas y características subjetivas, que a
fuerza de repetirlas y considerarlas verdaderas, han llegado a creerse como esenciales en la
naturaleza de las mujeres, sin serlo…
Actualmente esas ideas están
siendo develadas como míticas, cuestionando su validez y conveniencia.
El sentimiento moderno de familia
implica nuevas formas afectivas,
transformado sus relaciones y dejar de creer que "antes" la maternidad era más digna que ahora.
La historia está plagada de
tragedias protagonizadas por madres abusivas, irresponsables o indiferentes que
han reaccionado negativamente a sus circunstancias; que además han educado
hijos de forma equivocada y son, en parte, responsables de muchos fenómenos
sociales que se padecen en la actualidad.
La forma de ser madres es
igualmente diversa en tiempo y espacio, cada época y/o región ha cumplido sus propias
características.
Hoy debemos asumir los signos de
nuestros tiempos en los cuales muchas mujeres en el mundo tienen más opciones en su proyecto de vida, además de aceptar y elegir la maternidad.
Grandes diferencias se manifiestan
en torno a las oportunidades de educación y desarrollo para las mujeres del
mundo, en donde las creencias religiosas y el conservadurismo aun juegan un
papel importante pero que con el paso de los años se van debilitando.
Las condiciones económicas y la
falta de acceso al bienestar condenan a muchas mujeres a continuar utilizando
la maternidad como tabla de salvación, al asegurarse una pareja que pueda
significar la diferencia entre subsistir o vivir en la marginación.
Lo que depare el futuro a las
mujeres (y también a los hombres) debe ser considerado hoy, para asumir los compromisos con los hijos que
nacerán mañana y que requerirán de madres y padres conscientes, responsables,
educados y autónomos; que eduquen hijos capaces de resolver todo tipo de
dificultades.
A los padres y madres de hoy,
confianza y sensatez.
A los padres de mañana,
sensibilidad y sabiduría.
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