“Eres una ignorante de m… No vales para nada, eres una mujer de m…. tú qué hablas… si eres una fracasada…”
Con estas palabras rindió su declaratoria una mujer que aceptó haber asesinado a su pareja a martillazos, después de que por largos años toleró insultos y golpes.
Por supuesto, este terrible testimonio se mostró en primeras planas por los diarios nacionales, con grandes titulares que provocaron que cualquiera se detuviera en la esquina más próxima para leer la noticia.
Casos como este son frecuentes de encontrar en los medios, principalmente cuando las transgresoras son mujeres que en su desesperación, prefieren terminar de una vez por todas con su agresor, aunque por ello deban pagar precios muy altos.
Al leer este tipo de notas, queda muy claro que quienes las escriben, desean resaltar el hecho de que estas mujeres agresoras se salen de los roles tradicionales que la sociedad le ha impuesto a la mujer. Ese pecado pareciera ser mucho más grave que el mismo crimen.
Algo similar encontramos en la cobertura mediática de los feminicidios, ya que generalmente se insiste en hacer evidente que las características de la mujer asesinada, su estilo de vida o su conducta en general, abría el paso para que sus vidas terminaran de forma violenta.
Posteriormente se publica y exhibe de forma por demás amarillista, las reacciones de los familiares de la mujer, y todo lo que pueda tener una connotación morbosa, que por lo general es notablemente menos incisiva cuando el agresor es un hombre.
¿Esta actitud de juzgar y exhibir de forma tan severa las transgresiones femeninas, serán un reflejo de que aún la sociedad percibe de esa misma manera estos hechos?
Yo pienso que sí.
Pero lo más lamentable es que en este país los medios de comunicación, lejos de ser un detonador que equilibre opiniones y promueva el sentido común y la equidad entre los géneros; lo que hace, de forma poco ética, es mostrar una realidad social con un enfoque tan equivocado, que solo propician rumores que llegan a lo absurdo.
Es innegable que aún persisten en nuestra sociedad ideas muy injustas y cargadas de prejuicios hacia la mujer, y los medios se encargan de reforzar estas ideas y entorpecer ese cambio tan deseado que urgentemente requerimos como nación que busca desarrollarse y avanzar.
No hay ni escrúpulos ni compasión cuando muestran a las mujeres como si merecieran no sólo el castigo que les corresponde por hecho o por la trasgresión de las leyes, sino la sanción pública; para ser juzgadas por la moralina ciudadana y de esa forma estar en la boca de todo el mundo. Tratándose de mujeres, los medios se transforman en el gran tribunal que abre las puertas al juicio y a la sanción para luego, una vez pasado el momento y aunque no haya quedado claro el asunto, desaparecen la noticia sin más ni más.
Cuando el asunto es a la inversa, y la mujer es la víctima en lugar de la victimaria, este gran despliegue mediático apenas y merece ser expuesto; y pareciera que no merecemos ni un par de columnas o una pequeña nota al interior de los diarios.
El papel de los medios en cuanto a la ideología que implícitamente envían a su audiencia, es día con día más permisible en cuanto a mostrar mujeres tontas, prostitutas o simplemente objetos que se presta para agradar al hombre; a veces llegando a la ridiculez.
Los personajes de las telenovelas de forma irresponsable se tornan violentos y poco humanos, como si solo existieran mujeres muy malas o muy tontas.
Los programas de concursos y “Talk Shows” denigran al ser humano de manera alarmante y más aún, a las mujeres, que no dejamos de ser exhibidas como la causa de todos los pecados y males de los hombres.
La sociedad pasiva asume esto como algo que es irremediable y con ello se van apagando las esperanzas de una nación progresista, capaz de rechazar la mugre y elegir respeto y dignidad.
Pareciera también que en países como México la sociedad es absolutamente conformista en cuanto a la baja calidad y la veracidad de los medios de información. Son pocas o nulas las reacciones hacia exigir una mejora y cuando esta se da, no va dirigida a buscar el trato equitativo entre géneros.
Eso debe cambiar pronto si esperamos que en nuestro futuro el machismo y sus actitudes negativas, se aleje de nuestras vidas.
Pareciera también que en países como México la sociedad es absolutamente conformista en cuanto a la baja calidad y la veracidad de los medios de información. Son pocas o nulas las reacciones hacia exigir una mejora y cuando esta se da, no va dirigida a buscar el trato equitativo entre géneros.
Eso debe cambiar pronto si esperamos que en nuestro futuro el machismo y sus actitudes negativas, se aleje de nuestras vidas.
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