La
historia humana no es solo de los hombres ni solo de las mujeres. La historia
es de ambos.
Muy importante es definir la significación de ambos en
las distintas sociedades y en los momentos de su historia, pero más importante
aún es definir este momento, en donde las democracias en el mundo, significan la representación y participación
de todos sus ciudadanos sin excepción.
Nada es comprensible en torno a las medidas
afirmativas a favor de las mujeres, si no se entiende la historia vivida por
siglos en la que se describe claramente los roles de ambos sexos.
Igual es necesario comprender lo que es una “Acción
Afirmativa” y darnos cuenta que aunque sea de forma temporal, la discriminación
positiva es necesaria para hacer valer la democracia; saber que con este nombre
se denominan las medidas que permiten la eliminación de las asimetrías e
inequidades entre los diferentes conglomerados sociales.
La Acción Afirmativa es una norma legal, una decisión
judicial, una política pública o una directriz oficial cuya puesta en práctica
busca lograr la igualdad de oportunidades para las mujeres, los pueblos
indígenas o afrodescendientes u otras poblaciones socialmente discriminadas en
relación con las socialmente favorecidas; su formulación parte del
reconocimiento de la existencia de modelos y prácticas de discriminación,
desventaja y exclusión social, y de la necesidad de un cambio de mentalidad
tanto de los poderes públicos como de las personas y entidades privadas.
De allí que la acción afirmativa responde a una
necesidad temporal, obligatoria y legal; no es un fin en sí misma ni debe
perjudicar a terceros. Es un mecanismo para neutralizar los desequilibrios
derivados de la etnia, el género o la condición socioeconómica, entre otras
causas de discriminación, de modo que ante una oportunidad (educativa, de
empleo, de postulación a un puesto de elección, etc.), en una situación de
paridad, se escoja a la persona que pertenece a una población discriminada.
Estas medidas tienen su origen en Estados Unidos, en
el campo laboral, para favorecer a la población negra de donde se extendió a
otros ámbitos y otras poblaciones.
Debido a esa historia profunda de las mujeres, su
actividad fuera del hogar es un símbolo de este momento histórico que vivimos
hoy. Mirando hacia atrás constatamos que
las mujeres son nuevas en su participación social y política, y eso les da una
enorme desventaja: Uno, porque el hombre no termina de aceptar el tener que
compartir con mujeres los espacios de poder. Dos porque las mismas mujeres no
están dispuestas a tener que librar una guerra de género por algo que
simplemente les corresponde. El número de mujeres dispuestas a participar en
estas actividades es aún muy limitado comparado con el gran número de hombres.
Desde inicios de la década de los 80s la cuestión de
la igualdad de oportunidades para las mujeres y su expresión en la legislación establecida
en cada país adquirieron diferentes tratamientos.
Las recomendaciones elaboradas por las Naciones Unidas
desde finales de los años 70s, dieron origen en los documentos que este
organismo diseñó para comprometer a los países a incluir mujeres es espacios de
toma de decisión: Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra las Mujeres (1979). Recomendaciones y Plataformas de
Acción de las Conferencias Mundiales de Nairobi en 1985, y Beijín en 1995.
Tres tipos de estrategias institucionales se
sugirieron para la promoción de las mujeres en los procesos de decisión
política: Uno, los Planes y Programas de Igualdad. Dos, Oficinas para la Mujer
desde los poderes Ejecutivos, y tres: Acciones
Afirmativas o cuotas en el sistema legal.
De estas tres estrategias, la introducción de Acciones
Afirmativas fue la más eficaz en términos de la ampliación de los márgenes de
representación por género, al incrementar la participación femenina en las
cámaras.
Estas acciones cumplen con el objetivo de garantizar
que las mujeres estén suficientemente representadas en condiciones equitativas
de competitividad, cuando por cualquier razón, la composición del legislativo
aparece vulnerada en términos de género.
Las leyes que establecen cuotas para mujeres
comenzaron a utilizarse en la década de los 90s en América Latina. El principal
objetivo de estas medidas fue el de promover una mayor participación de las
mujeres en los parlamentos, debido a su poca presencia. Así es como se dio
inicio a las acciones que permitieron un trato diferencial para las mujeres y
su derecho a participar, a través de su inclusión en listas partidistas a
cargos colectivos.
Sin duda ha habido avances, pero aún es necesario
impulsar a las mujeres con mayor fuerza.
Con tristeza vemos la forma en que México se aleja aún
más de naciones como Argentina, Costa Rica, Cuba, Perú, Tanzania, Mozambique y
Ruanda, que han logrado significativos avances en cuotas de género. En la
actual Legislatura mexicana (2009) existen 138 diputadas, 27.6 por ciento del
total de curules en San Lázaro. En estos próximos comicios (2012) esperamos
mayor presencia femenina, pese al ineficiente esfuerzo de los distintos
partidos por incluirnos.
Con esta información podremos entender los factores que
han condicionado históricamente el
pasado de las mujeres (y en gran medida continúan limitándola), impidiendo la “Equidad”, cuyo objetivo es llegar a la igualdad entre
géneros.
Por otro lado, estas líneas permitirán también conocer
la metodología que ha dado paso al cumplimiento de un principio democrático, la
representación de todos los actores sociales: “La democracia es un orden autofundado, son las mismas personas (hombres
y mujeres) que conforman la sociedad, y quienes deciden el orden que aceptan
para vivir y lo transforman cuando lo consideren conveniente. Por eso la democracia requiere de la
participación de todos, todos los miembros de la sociedad”
(Género e Historia: Joan Wallaceh Scott – Fondo de
Cultura Económica / UACM – 2008
Mujeres y Política en América Latina – Nélida
Archenti/ María Inés Tula- Heliasta Ediciones – Argentina 2008)
Muy interesante artículo Ana, como siempre.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con las llamadas "cuotas de género" siempre y cuando sean establecidas como una medida transitoria, ya que llegara el momento en que las mujeres ganen su espacio no como una cuota, sino con base en logros, poder de influencia, propuestas y demás.