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Hoy no es 25 de noviembre pero igual es obligada una reflexión sobre la NO violencia hacia las mujeres: este ha sido tema protagónico desde 1981 que se celebró en Bogotá Colombia el primer encuentro feminista en América Latina.
Ese día simboliza y justifica la lucha femenina en búsqueda de la deseada Equidad de los Géneros. También es una de las causas preferidas de muchos grupos pro Derechos Humanos, y con gran frecuencia, es el discurso de algunos políticos que reconocen y que apoyan el avance de las mujeres en todos los ámbitos de la vida nacional.
La violencia se ejerce por un gran número de razones, muchas veces por simple impotencia ante situaciones de vida, muchas otras buscando resolver problemas de manera razonable, sin lograrlo. La violencia se ejerce como una respuesta a sentimientos como la envidia, los celos, el odio, y de manera recurrente se presenta por un deseo infinito de control. Controlar a las hijas, hermanas, novias, esposas y pareja. Una tradición que no termina de eliminarse.
El abuso por parte de los hombres, y la manipulación que ejercen sobre las mujeres en el seno de las relaciones personales, es un problema generalizado, que no respeta ámbito o clase social. Violencia que ha sido admitida socialmente como parte de lo que una mujer debe soportar en su vida de pareja
Una reveladora encuesta realizada recientemente por el Instituto Nacional de las Mujeres de México sobre la dinámica de las relaciones en pareja, nos muestran que en el estado de Nuevo León, el 28 % de las mujeres encuestadas (de un total de 852,872) reportaron haber padecido por lo menos un incidente de violencia dentro de su hogar. Este porcentaje es mayor en el área urbana (28.9) que en la rural (22.7), y la violencia emocional ocupa, asimismo, el mayor porcentaje (22.8) frente a la violencia física (4.9), sexual (4.06) y económica (10.05).
Si comparamos este dato a nivel nacional cuyo porcentaje es de 46.55 % de mujeres que reportan algún incidente violento, pudiéramos pensar que nuestro estado ha logrado importantes avances en abatir este fenómeno, o bien, en su prevención. Sin duda, cada estado de la república cuenta con características propias que identifican su problemática, y mecanismos especiales para luchar en contra de este fenómeno social.
Existen ya en México instrumentos programáticos que impulsan la lucha contra la inequidad y la injusticia por género. Hombres y mujeres en mayor o menor medida se abocan a desactivar actitudes y conductas negativas, arraigadas en las tradiciones, y que son reconocidas como causa o motivo de violencia.
Es importante aceptar que de 1981 a la fecha, tanto a nivel local como nacional e internacional, se ha logrado penetrar en la conciencia ciudadana, siendo este el mayor logro por parte de los grupos sociales que se han propuso erradicar este penoso fenómeno social. Hacer visible el problema, desenmascararlo, y exhibir sus secuelas, ha permitido que se promulguen leyes y se castigue a quienes impunemente atentan contra la dignidad ajena.
Hablar del tema, ponerlo en la ageda mediática hace que sea algo actual, que está presente, lo que no se dice no existe y lo que se calla se olvida; es aquí en este punto en donde podemos identificar el mayor de los logros de la sociedad nuevoleonesa: ya no calla y poco olvida.
Si es verdad que los problemas a la luz del día se hacen menos pesados, denunciar y exhibir los abusos domésticos nos hace madurar como sociedad y es el primer paso en la búsqueda de soluciones.
Denunciar y exigir obliga a las autoridades y a los gobiernos a trabajar sistemáticamente para dar respuestas y evitar que los problemas familiares se trasladen a un entorno de mayores dimensiones.
Si bien hemos sido las mujeres las precursoras de esta lucha, hoy la sociedad en general esta entendiendo que con esta lucha se construye la tolerancia, la convivencia armónica y el futuro de la paz social.
La autora fue consejera del Instituto Nacional de las Mujeres de N.L.
Certificada por l INMUJERES e temas de Género
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